(Adolfo R. Gorosito, mayo 2022) – La revolución de mayo de 1810 inició el camino hacia la Independencia Nacional, lograda el 9 de julio de 1816. Cuando contemplo imágenes de la Plaza Mayor en la vieja Buenos Aires se renuevan preguntas interiores como ésta: ¿Cuánto de calma o de ebullición guarda esa multitud imaginada por el ilustrador de la epopeya? Se trataba de derrocar al representante del reino hispano, nada menos.

Las preguntas se repiten cada vez que leo algún artículo revisionista, con detalles sobre los protagonistas de aquel hecho memorable pero no definitivo. La Primera Junta de Gobierno criollo duró muy poco, y fue remplazada por la Junta Grande; después por los triunviratos, siguieron las discusiones, nombramientos y reemplazos de los personajes principales, y otro intento de unificación fue la Asamblea General Constituyente de1813.

En dicha asamblea se propuso que los representantes de los pueblos libres reconocieran la soberanía del pueblo, proclamaran la independencia de las Provincias Unidas y redactaran una constitución que definiese el sistema institucional del nuevo estado. La asamblea estableció importante cantidad de reformas en las instituciones rioplatenses. Estableció la celebración del 25 de mayo como fiesta cívica, eliminó la imagen de Fernando VII de las monedas y documentos oficiales, declaró el principio de la soberanía del pueblo, encargó la composición de un himno nacional, dictó la libertad de vientres de las esclavas, suprimió los títulos de nobleza, derogó el servicio personal de los indios, suprimió la práctica de la tortura y proclamó la libertad de prensa ¡El camino hacia la Independencia Nacional quedaba trazado!