49 (Adolfo R. Gorosito, Agosto 2020) –Recurro a Wikipedia para obtener datos sobre la motivación, y he aquí la síntesis severa y esclarecedora – “El Día Univernal del Niño se proclamó por primera vez en Ginebra durante la Conferencia Mundial de 1925 sobre Bienestar Infantil, y desde entonces se celebra el 1 de junio en la mayoría de los países. (En Argentina, como sabemos, es tradicional su celebración en agosto). Es celebración anual dedicada a la fraternidad y a la comprensión de la infancia del mundo y destinado a actividades para la promoción del bienestar y de los derechos de los niños. La Organización de Naciones Unidas (ONU) lo celebra el 20 de noviembre de cada año, con el nombre de Día Universal del Niño”. Queda picando en el pensamiento aquello de “promoción del bienestar y de los derechos de los niños”. A ese pensamiento agredido llegan vagamente datos leídos sobre la situación de los niños en el mundo, sobre todo en aquellos países donde hay muy poco o nada en cuanto a alimentación, recursos sanitarios y orientación cultural, por lo menos a nivel básico. Recuerdo que un funcionario danés visitó Etiopía hace tres o cuatro años, y después de comprobar muchas necesidades recogió en el lejano país africano un dato estremecedor: – ¿Sabes cuánto niños en el mundo no concurren a las aulas primarias?… ¡Cincuenta y cinco millones! – preguntó y respondió con evidente pesar. Perdonen, no soy pesimista ni derrotista, pero la humanidad tiene una batalla a enfrentar y es, precisamente, hacer realidad, constante e imperecedera la pasión por hacer que los niños tengan su futuro digno y alentador.
