(Adolfo R. Gorosito, enero 2021) – Leí un comentario sobre la investigaciones que se suman al paso de los siglos, en cuanto a versiones diferentes sobre los “Reyes Magos” que llegaron según la Historia Sagrada desde Oriente a Belén para adorar al Niño Jesús y obsequiarle valiosos presentes. Después de la lectura me sentí perplejo, porque el autor – basado en las afirmaciones de estudiosos sobre el tema – explica que no se trataba de magos ni de reyes; que los nombres Melchor, Gaspar y Baltazar les fueron impuestos para sustentar la leyenda; que fueron guiados por una estrella singularmente brillante, y eso pudo ocurrir merced a las coincidencias que los astros nos ofrecen de vez en cuando y que actualmente podemos comprobar mejor gracias a la tecnología.
En el mismo artículo se pone en duda la procedencia puntual de cada uno de los adoradores, conjeturando que se trata del Oriente en relación a la ubicación geográfica de Belén; y que Baltazar aparece como el “negro” de la película simplemente para alisar prejuicios raciales y atenuar rencores. Hasta se acepta que en el desarrollo de esta leyenda se justifique sumar la de Papá Noél, que vendría a ser el cuarto Rey Mago. Prefiero la ilusión que amparan los versos de Héctor Ggliardi, poeta lunfardo que vivió entre 1909 y 1984: “Si vos no te portás bien / les digo a los Reyes Magos / que te dejen sin regalo / y te quedás sin el tren. / Es que mi vieja también / un poco se aprovechaba, / porque esa noche llegaban / los tres magos de Belén”. / “La carta la había mandado / sin faltas de ortografía, / así los Reyes sabían / de que era un chico aplicado. / Hice todos los mandados / me lavé hasta las orejas / porque ese día mi vieja / me tenía acorralado”…
