(Adolfo R. Gorosito, 2016) – En un blog reciente del “Harvard Busines Reviews” (Ideas y consejos para líderes, EE.UU.) se comentó: “Tenemos cantidades de libros, artículos y estudios que nos advierten sobre los peligros de la arrogancia. Sin embargo, parece que el atributo de la humildad ha sido ignorado en los programas de desarrollo del liderazgo”.
Muchos pueden sentir que ya son bastante humildes y muchos otros pueden sentir que la humildad, como integridad o la fuerza del carácter, no puede ser enseñada ni aprendida. La tienes o no la tienes. Otros pueden pensar que leer este libro no le sumaría nada a su coeficiente de humildad.
El Papa Francisco no estaría de acuerdo con ninguno de ellos. Él cree que la auténtica humildad confiere poder a los líderes como ninguna otra cualidad de liderazgo. Antes de asumir su pontificado el entonces Cardenal Bergoglio expresó sobre el tema:
– “Si podemos desarrollar una actitud verdaderamente humilde, podemos cambiar el mundo”.
Aprovecha todas las ocasiones para demostrar que nunca se puede ser demasiado humilde, y que se puede aprender a ser más humilde todavía. En una de las homilías más conocidas el Papa Francisco expone el problema:
– “En la cultura predominante, el primer lugar está ocupado por lo exterior, lo inmediato, lo visible, lo rápido, lo superficial, lo provisorio. Lo real cede lugar a la apariencia”.
Papa Francisco cree que la sociedad actual le otorga valor desmedido a lo visible, lo inmediato y superficial. Este no es el mundo que él concibe ni desea, y dice:
– “Debemos ser humildes, pero humildes de verdad, de la cabeza a los pies”.
Tras su elección en el cónclave del Vaticano un reportero describió así a Francisco I: – “Su humildad ya se está haciendo legendaria”.
En mayoría los argentinos coincidimos con esta apreciación: que la actitud de Francisco I es ejemplo supremo, de humildad y franqueza. Han transcurrido tres años desde su asunción. El Papa argentino responde a las circunstancias y seguramente aparecerán situaciones de conflicto que lo expondrán a la crítica desde los cuatro rumbos. Los observadores a ultranza se explayan en teorías y opiniones sobre sus gestos espontáneos, pero nadie puede negar su capacidad de liderazgo espiritual con auténtica humildad..
