(Adolfo R. Gorosito, enero 2021) – Abro mi nota de hoy (compartiendo con ustedes la página del joven y prolífico poeta Gastón Bordón, nacido en José C. Paz, provincia de Buenos Aires:
“Me quedé pensando en una de esas noches que uno acomoda sus recuerdos y se va en el silencio, como buscando en los años esos buenos momentos. Me quedé pensando lejos. Descubrí en los rincones del baúl de mi infancia un puñado de risas en un frasco de sueños, de esos sueños despiertos, esos sueños tan bellos que no pueden ser ciertos. Encontré los dibujos en mi viejo cuaderno, más de mil figuritas y el regazo paterno de esa antigua enseñanza que salía de un cuento. Me quedé pensando lejos. Me hice niño de golpe y me perdí entre los juegos, esos juegos que el tiempo dejó en el olvido, aplastados de a poco con el pie del progreso. Me quedé… pensando lejos”.
¿Acaso los adultos, no aprovechamos las bondades de un viaje mental hacia el pasado, para inundarnos de imborrables remembranzas? Debemos intentarlo. Está en nuestra capacidad sentimental, gustar de la música, los colores, las formas y las incidencias de nuestros juegos de época, repasar acontecimientos plenos de ternura, aún los que no fueron gratos pero alimentaron nuestra experiencia. El ejercicio mental invita a recrear el espíritu con aquello que ya pasó según los almanaques, pero siempre pueden volver impulsados por nuestra sensibilidad, poderoso y sutil instrumento que nos ayuda a conocernos más, aunque esto parezca un argumento menos valioso.
