(Adolfo R. Gorosito, diciembre 2020) – ¿Qué nos dejas, año 2020? Este tipo de preguntas – tal vez indefinidas – nos ayuda a pensar. En enero de 2020 escribí en esta columna: – “Nos referimos a la realidad que surge al trasponer el imaginario umbral a la hora cero del 1 de enero. Son diferentes las expectativas de los jóvenes, que sin dudar abren la puerta del 2020 ejerciendo su derecho a la confianza, aprovechando el impulso de la primavera de la vida. La expectativa es diferente entre los adultos mayores, por las transformaciones que la vida impone día a día como inexorable examen”.
El año 2020 está finalizando. ¿Qué nos deja como saldo en los planos físico y espiritual, y qué esperamos nos depare el próximo año, ya inminente? Fue muy cruel el “veinte veinte” en cuanto a expectativas frustradas e incertidumbre frente a la desazón social por agobiante situación económica, los conflictos políticos y el incremento de la delincuencia y criminalidad. La cruel realidad señala el avance implacable del Covid 19. Nos impide desenvolvernos con libertad y confianza, y obliga a aguzar nuestro ingenio en cuanto a prevención, pero… ¿Cómo no llorar ante tantas vidas perdidas? ¿Cómo no conmovernos ante tantos proyectos truncados?
Propongo que no nos desesperemos ante la fría información sobre el problema. Pongamos atención en el renglón de los recuperados y creceremos en la fe, autoestima y reafirmación de nuestra voluntad de superación, repitiendo: – “Olvidable Año 2020: Nos dejas un patrimonio cargado de dudas, pero habremos de anteponer nuestra voluntad de vida y superación, con esta reserva de confianza ¡Cuidaremos este patrimonio!”.
