(Adolfo R. Gorosito, 2016) – Una composición musical titulada “El sol del 25” alude a la Revolución de Mayo de 1810. Ha sido grabada en estilo de gato patriótico y compartida por varias generaciones de argentinos. Una de esas versiones fue interpretada por Carlos Gardel, y la obra – de Domingo Lombardi con letra de Santiago Roca – expresa: – ”Ya el sol del 25 / viene asomando, / y su luz de plata / va reflejando. / ¡Oh, se anuncia la voz del cañón! / ¡Icemos al tope nuestro pabellón! / y las campanas mezclan su aliento / al son de las dianas. / ¡Viva la Patria! se oye / y nos entra en la sangre un hormigueo!”…
Es una exaltación de la efemérides que nos aprestamos a recordar en Mayo, mes de la Libertad. Leyendo con ojos críticos frases estas frases podríamos decir que la mañana del 25 de Mayo de 1810 amaneció con cielo nublado y hasta lluvioso, según nos enseñaron en las aulas de primaria. Las ilustraciones, entre ellas cuadros de prestigiosos pintores de diversas épocas, muestran a los concurrentes al Cabildo muy bien abrigados y algunos de ellos resguardados por paraguas.
Pero esos detalles externos no deslucen el derecho a la ansiedad (Recordemos aquello de “el pueblo quiere saber de lo que se trata”) y de recelo (por lo ocurrido en la asamblea de la noche anterior, 24 de mayo 1810) entre dudas y reacciones también históricas.
No deben enojarnos las concesiones de nuestros patriotas a las circunstancias que se estaban viviendo. El rey Fernando VII había sido destituido, pero al mismo tiempo varios de los líderes del movimiento consideraron que no era oportuno un pronunciamiento definitivo para renegar de la monarquía de la que se estaba dependiendo. Lo demuestra la fórmula de juramento que se conserva con mucho recato:
– “Juro a Dios Nuestro Señor y a estos santos evangelios reconocer la Junta provisional gobernativa de las Provincias Unidas del Río de la Plata, a nombre del señor Fernando VII, guarda de sus augustos derechos, obedecer sus órdenes y decretos y no atentar directa ni indirectamente contra su autoridad, propendiendo pública y privadamente a su seguridad y respeto”.
No todo fue paz ni armonía entre los miembros de la Primera Junta. Pasaron muchas cosas hasta llegar al Congreso del 9 de julio de 1916 para romper vínculos seculares y proclamar nuestra Independencia. Pero algo es indudable: ¡En la mañana del 25 de mayo de 1810 el sol de la historia iluminó y alentó a los actores de la magna empresa libertaria!
